Comentario sobre un objeto del museo de las ciencias:


Mi objeto elegido son los tubos de descarga de Geissler.
Estos tubos de descarga fueron fabricados por Sogeresa entre 1920-1940, y fueron ideados para estudiar el fenómeno de la descarga eléctrica en gases enrarecidos. Este tipo de aparatos son los precedentes de los actuales tubos de neón.
Los tubos construidos por Geissler ofrecían espectaculares y coloridos efectos visuales por lo que fueron muy utilizados en demostraciones de carácter lúdico así como para la iluminación de rótulos y carteles, esta última quizás su aplicación más conocida y generalizada.
Las descargas eléctricas en este tipo de tubos que contienen aire o bien gases enrarecidos en su interior, se produce cuando la diferencia de potencial entre ambos electrodos es suficientemente elevada como para permitir el paso de la corriente eléctrica a través del gas. En ese momento se ponen en marcha los mecanismos, que a escala atómica, generan la emisión de la luz.
El tubo de descarga propiamente dicho recorre sinuosamente un camino que atraviesa otros cuatro tubos, que pueden rellenarse independientemente, con líquidos de colores preparados con sustancias fluorescentes.
Cuando se conectan ambos electrodos a una fuente de potencial elevado, el aparato de rayos X Sánchez por ejemplo, el gas contenido en el interior del tubo de descarga se ioniza. Si la tensión aplicada alcanza la de ruptura del gas, éste se hace conductor, aumenta la corriente y empieza a emitir luz, que al incidir sobre los distintos líquidos pone de manifiesto la fluorescencia de las sustancias diluidas en ellos, resultando colores muy distintos de los que presentan antes de someterlos al paso de la corriente.
Esta luz es debida a que los electrones, que son las partículas que transportan la carga, son acelerados en función del campo eléctrico generado y en su recorrido chocan contra los átomos del gas, produciéndose la emisión de fotones como consecuencia del reordenamiento de los electrones en los diferentes niveles de energía atómica.
Nerea Márquez Delgado

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